viernes, 24 de octubre de 2014

Somos Amor

Dice Un Curso de Milagros:

"Tu, que podrías estar dando Amor a todo lo que ves, a todo lo que tocas y a todo lo que recuerdas, estás literalmente negándote el Cielo a tí mismo".

Este pensamiento me da una rabia enorme. Seguramente porque mi ego se resiste a creerlo. Y a la vez es como "Joder! pero si es que es verdad!. ¿Cómo y cuando me perdí?"

Y algo en mi me responde..."Que más da".

Ese que más da, ese resistirme a seguir buscándome, me abre a mi amor. Me abre a dejar de buscar. Me abre a este instante. Me digo: ¿puedo dar amor a todo estando cansada como ahora? Y sí, me doy cuenta de que sí.

¿Y puedo dar Amor cuando siento dolor? Sí, puedo darle Amor a mi dolor también. En lugar de juzgar, o protestar, o negarme a que ese dolor esté ahí. Mucho más sencillo que todo eso. Me abro y doy amor.


¿Y qué hacer con las palabras que quieren salir y que parecen atascadas en mi garganta? Dejarlas salir, dejarlas surgir, dejarlas bailar en el papel.

Dejar de pensar que es imposible estar en presencia del Amor de manera continuada cuando en realidad es lo más sencillo y natural que podemos hacer. Estar y vivir en el Amor. No hay nada más coherente que eso.

El mundo es una locura. No hay nada que merezca la pena buscar, no hay nada que merezca la pena ahí fuera, en realidad. Porque todo está dentro, todo está ocurriendo dentro, ahora y en cualquier instante en realidad. Todo lo que veo fuera está surgiendo y naciendo de mi interior en este instante.

Ese pum, pum, pum. Ese brr, brr, brr...no sé cómo describirlo en palabras. Esa vida que es imposible de contener en nosotros y que sin embargo, cómo nos empeñamos en hacerlo...pero si no nos cabe...no cabe en el concepto que nuestra mente tiene de un cuerpo, va mucho más allá, mucho más lejos, mucho más...

Dejar de buscar...dejar de buscar...ya es hora...siento que estoy recordando, estoy recordando, algo que en muchos momentos decidí olvidar que soy, pero que sin embargo sé muy bien que nunca he dejado de ser..Soy Amor.

viernes, 3 de octubre de 2014

Mi dolor no está separado de mi alegría

Cuando me permito sentir mi dolor, dejando mis pensamientos y juicios sobre por qué siento ese dolor de un lado, y me abro a dar espacio a ese dolor, de una manera física, este empieza a transformarse...Lo siento físicamente, una presión en el pecho o en la garganta, lo que sea que me molesta en el interior de mi cuerpo...y al concederle toda mi atención, empiezo a darme cuenta de la alegría que hay en abrirme a sentir eso, en permitirle ser. Quizás se vaya, quizás no.

Ese no es tampoco el objetivo. El objetivo es darle espacio, darle libertad…y estar atenta a lo que ocurre en mí cuando permito eso, cuando le doy la libertad de ser, de manifestarse, simplemente. Es ahí donde encuentro la alegría, dentro de mi dolor. En que tengo la posibilidad, tengo la elección de aceptarlo y abrazarlo, desde el desapego a si se va o se queda.

Es tan simple…simplemente me paro, cierro los ojos si así lo quiero, y estoy ahí, poniendo toda mi atención en lo que siento como si me fuera la vida en ello... amando lo que está pasando dentro de mí en este instante, el único instante en el que mi vida está sucediendo.



Siento amor al escribir estas líneas. 

Creo que es el amor con el que nuestra vida nos ama en todos y cada uno de los momentos de ella. 

Y podemos sentir ese amor de una manera muy clara cuando nos abrimos a permitirle ser Vida, simplemente, sin juicios sobre si lo que está ocurriendo en nosotros es bueno y malo... y dejando de resistirnos a lo que quiera que sea que está ocurriendo en este instante, en cada instante.

Como decía un monje budista: "El secreto de la felicidad es cooperar incondicionalmente con lo que está sucediendo"