miércoles, 30 de septiembre de 2015

La paz más absoluta

La paz más absoluta que existe consiste en no querer cambiar ni un ápice de mi experiencia presente, de lo que ocurre dentro y fuera de ti, sino sencillamente en sentirlo y observarlo y permitirlo COMPLETAMENTE. 

En ese momento entras en coherencia absoluta con la Vida, con eso que te está dando vida. En ese momento toda lucha se termina.

Tú dejas de ser tú y pasas a ser el espacio que lo contiene todo. Tú desapareces y aparece tu Vida. Y te das cuenta de que Tú eres tu Vida. De que Tú lo contienes todo porque tú Eres Todo.

Esta es la experiencia de Amor más absoluta que existe o que yo conozco.


Es por ello que no vale la pena tratar de mantener un estado determinado fuera del presente, como tratar de estar en paz, o alegre por ejemplo, pues cuando no lo estás es porque en ese momento tienes que estar sintiendo lo que se te está dando para ser sentido, y si tratas de evitarlo, te estarás resistiendo a lo que ya es, dejando de ser Eso que lo abraza todo para volver a ser tu pequeño yo que está en conflicto con lo que ya está siendo. 

Esa resistencia a lo que ya Es, es en última instancia lo que produce todo sufrimiento. 

Y no tiene nada de malo. Si es lo que ya hay, vivámoslo, respetémoslo. Es nuestro proceso. Y es PERFECTO.

martes, 15 de septiembre de 2015

Culpa y proyección

Todo, absolutamente todo lo que nos rodea es una proyección nuestra. Todo nace en nuestro interior. Cuando profundizo en la observación de mi misma, me doy cuenta de que todo nace de mí.

¿Os ha ocurrido alguna vez culpar a alguien de vuestro enfado porque no ha hecho tal cosa que debería de haber hecho en vuestra opinión? ¿O porque ha hecho tal cosa que no debería haber hecho? A mí sí. Muchas veces.

Y sin embargo, cada vez que condeno o culpabilizo a otro, estoy proyectando algo que sencillamente está en mí. Algo que aún no he sido capaz de perdonarme. Entonces para liberarme de ello y evitar la culpa que siento (a menudo de manera inconsciente), pum, lo llevo fuera, le doy el papel a otro en mi vida, para que éste, desde el amor, pueda mostrarme lo que aún no he querido amar en mí, lo que me resisto a aceptar y perdonar.

Un Curso de Milagros parte de la premisa de la absoluta inocencia de todos y cada uno de los seres humanos. Esta es la única verdad sobre ellos ya que son Uno con su Esencia y Uno con todos los otros seres humanos. Si nuestra Esencia es completamente inocente, todos y cada uno de nosotros no podemos sino serlo también, porque no estamos separados de ella.

Por tanto, la culpa es una invención de nuestro “personaje” para defenderse, la hemos creado nosotros.

El Curso afirma que toda relación en la que exista una sola traza de culpabilidad, se usa para evitar a la persona y evadir la culpabilidad. En cualquier relación con otro ser humano en la que procures descargar tu culpabilidad sobre él, compartirla con él o percibir su culpabilidad, te sentirás  culpable. Verás tu culpabilidad en esa relación porque tu mismo la sembraste en ella. Y si crees en la culpa, tratarás de desplazarla fuera de tí.

Cuando me doy cuenta de esto, las personas que de una manera u otra me muestran esas zonas oscuras de mi, que no podría ver sin ellos, pasan a convertirse en mis más grandes maestras y siendo honesta tengo que darles las gracias por ello (aunque a veces me escueza y mucho lo que me muestren). Pues es a través de ellos que yo puedo liberarme y al hacer eso, en algún nivel, ellos también son liberados.

Cuánto más escarbo en mi Ser, más cuenta me doy de todas las capas que a menudo por miedo o por negarme a ello, he interpuesto entre el Amor Puro que Soy y el “personaje” que he construido para ocultar el amor incondicional que siento por todos en todo momento. Y por cierto, que a veces da mucha rabia sentir y de ahí que me “enfade” con lo de fuera. Aunque ese enfado no deje de ser simplemente una resistencia al amor que siento.


Es muy doloroso juzgar, tener pensamientos o decir cosas culpando a otros de mi propio miedo o de mi propio dolor. Y es algo tan común y que hacemos tan a menudo, y que el mundo hace tanto a nuestro alrededor, que no nos damos ni cuenta.

Sin embargo, si me observo cuando lo hago, si estoy conectada a lo que siento en ese momento y a mi corazón, me doy cuenta de que me hace mucho daño. Sencillamente porque es mentira, el juicio lo he creado, lo he inventado para defender mi personaje y eso ataca a mi más profunda Esencia, ese espacio absolutamente puro y prístino que es puro Amor y pura Luz.

Si tú y yo somos la misma cosa, es imposible que me sienta bien culpándote de nada. Y de hecho porque esto es verdad, es por lo que yo me siento mal cuando hago esto. Lo mismo que cuando me culpo a mí misma de cualquier cosa. Porque me he desconectado de mi Esencia y me he inventado otra.

Desde ahí puedo respetar profundamente el camino que elije cada persona, aunque yo no esté de acuerdo, porque ya no necesito usarles más para liberarme de mi culpa y porque ya conozco (más allá de que ellos se den cuenta o no) cuál es su verdadera Esencia. Que es exactamente la misma que la mía.

Desde ahí, puedo tomar por fin plena conciencia de todo lo que ellos me aman en realidad, aunque no se den cuenta, aunque quieran ocultarlo o me culpen de lo que les ocurre, como he tratado yo de hacerlo tantas veces.

Y ahí puedo decidir tomar la responsabilidad de todas mis acciones, pensamientos y sentimientos y dejar de culpar a los de fuera, o a mí misma.

O no. Al fin y al cabo,  es simplemente una decisión, que no concierne a nadie más que a mí y que nadie puede tomar por mí. En función de lo que decida, estaré eligiendo el amor o el miedo, la verdad o la mentira, mi Esencia o mi personaje, la paz o la guerra.

jueves, 20 de agosto de 2015

Amar, desde este instante

A veces, la vida te pone en determinadas situaciones que te duelen y que no entiendes por qué están sucediendo. Te obliga a mirar tu sombra, a abajarte de tu pedestal y a agachar la cabeza con humildad. Es necesario, aunque sea doloroso. Pero tiene sentido.

Todo se muestra en nuestra vida si queremos mirarlo, tarde o temprano, para que pueda salir a la luz y así ser sanado.

Desde esa posición de humildad desde la cual el dolor te coloca a veces, estaba contemplando hoy las ideas que tengo en mi cabeza sobre una persona cercana a mí.

Hace tiempo que escuché y que sé que nadie tiene la capacidad de hacerme pensar nada ni de hacerme sentir nada, a menos que yo le entregue ese poder (que es mi poder).

También vi al darme cuenta de ello que son únicamente mis pensamientos acerca de esa persona o de lo que yo veo ahí fuera, los ÚNICOS que pueden hacerme daño: mis propios pensamientos, nunca la persona en sí.

Y hoy, contemplando mis ideas acerca de esa persona me he dado cuenta de repente de que son un disco rayado, que apenas cambia con el tiempo. Es decir, que se repiten una y otra vez, como el ajo. De tal forma que cuando miro a esa persona, no la veo, puesto que lo único que veo son mis ideas acerca de esa persona, que por supuesto, en algún punto, ya la han juzgado y condenado. Es muy doloroso darme cuenta de ello.

Ese disco rayado no me lleva a ningún sitio, eso está claro: no tiene la capacidad de llevarme a la felicidad, nunca lo hizo y por lo tanto nunca tendrá la capacidad de hacerlo. Entonces, ¿por qué me aferro a él? ¿por qué no decidir soltarlo simplemente? ¿no será que cuando yo pienso esto de esta persona ello me permite pensar, por contraste, otra cosa muy diferente de mí misma?

Escuece mucho tener pensamientos acerca de una persona y darte cuenta de que tú los estás eligiendo deliberadamente.

No vemos a las personas más cercanas a nosotros. Solo somos capaces de ver lo que nosotros pensamos de ellos, es decir, su pasado. Y sí, es posible que esa persona piense de ella misma lo mismo que yo pienso. Pero aquí lo que importa no es eso. Aquí lo que importa es lo que YO pienso, pues es eso lo que me está afectando a MÍ.

¿Podríamos abrirnos a ver esa persona tan cercana, con la que a veces llevamos años compartiendo multitud de cosas, de una manera completamente nueva?

Acompáñame, por favor. Posiblemente alguna persona ya te está rondando ya en la cabeza, tu sabes quién es. Tómate sólo un instante. ¿Podrías abrirte a verla solamente desde este instante, completamente libre de su pasado, completamente libre de las ideas que tienes sobre ella?



Es curioso que con los desconocidos, nos cuesta mucho menos, y aún menos al empezar por ejemplo con una nueva pareja. Pero cuanto más tiempo pasa, más nos pesa el pasado, más defectos vemos en el otro etc. Nos “pesa” el pasado…¿por qué no soltarlo?

Nos aferramos tanto a nuestros pensamientos y creencias que no los cuestionamos. Son verdad para nosotros, porque nosotros pensamos que lo son. Y punto.

Pero en realidad, cuando accedemos a ese espacio de humildad, nos damos cuenta de que no,  no lo sabemos. Quizás la vida sepa más que nosotros. Quizás este instante contiene una inteligencia mucho mayor que la nuestra, si nos damos el permiso de abrirnos a ella.

Intuyo que si quiero realmente abrirme a amar al otro de manera incondicional, esto ha de pasar por soltar todas mis ideas acerca de esta persona y de poder por fin, mirarla libre de su pasado, desde este instante. El único que tiene lugar en mi vida a cada momento.

Desde ahí sí que puedo ver toda la luz de esa persona. Desde ahí, puedo darle las gracias por ser como es. Y por todo su pasado también. 

Porque es entonces gracias a ella y a todo eso, por lo que yo puedo y elijo ser por fin, LIBRE, completamente libre. Y es esa persona que tengo en frente en este momento la que tiene la llave. A cada instante.

lunes, 27 de julio de 2015

Vidas humanas

“Tenemos la mala costumbre de comparar vidas humanas”…escuché decir a alguien una vez…cuando lo escuché por primera vez no me dí cuenta de hasta qué punto esto era cierto.

Y es verdad que no tenemos ni idea. A veces, he mirado la vida de una persona, horrorizada por su situación económica, familiar, de salud…por su vida, pensando que yo no podría soportar ese tipo de vida.

No me daba cuenta de que hacía eso o de que lo pensaba…y un buen día observando la incomodidad que sentía cuando me relacionaba con una de estas personas en concreto me dí cuenta de ello.

Me dí cuenta de que esa incomodidad que sentía al estar con esa persona escondía mi miedo a la manera en la que se estaba manifestando la vida de esa persona, lo que me llevaba en cierto modo a rechazar o menospreciar sin darme cuenta a esa persona por lo que yo estaba pensando sobre su vida y por tanto a querer alejarme de ella de manera inconsciente. Muy curioso.

Y ello porque pensaba sin darme cuenta, que yo no podría soportar ese tipo de vida. Observando por fin eso que pensaba y el rechazo o dolor que ese pensamiento me producía, me dí cuenta de repente, de que en realidad, no tenía ni idea. No tenía ni idea de por qué la vida de esa persona estaba siendo de esa manera, y era por ello yo necesitaba darle mi propia interpretación al respecto.


Y de que, aunque yo la estuviera juzgando desde mi perspectiva como una vida “mala”, en realidad esa vida era exactamente la que esa persona necesitaba en ese momento. Y que era por ello por lo que estaba sucediendo de esa manera. 

Que había una inteligencia creando esa vida y esas experiencias para que esa persona pudiera alcanzar la felicidad, darse cuenta del sentido de su vida, de esa manera concreta. Y de que por tanto su vida no era insoportable si no que era perfecta como estaba siendo para ella, más allá incluso de lo que esa persona opinara al respecto. Y por supuesto, más allá de mis interpretaciones sobre cómo debería ser una vida “feliz” (sobre lo cual cuando soy honesta me doy cuenta de que no tengo ni idea, a pesar de que pueda tener opiniones o pensamientos al respecto).

Exactamente igual que la mía está siendo de esta manera por las mismas razones que la de ella.

Esto me lleva a darme cuenta de mi ignorancia sobre lo que es la vida y a darme cuenta de que la perfección de la vida está mucho más allá de cualquier percepción de “buena” o “mala” que yo pueda tener al respecto.

Y me doy cuenta de que la incomodidad que yo siento cuando rechazo la vida de otra persona es porque de algún modo estoy rechazando la mía. 

No hay vidas mejores o vidas peores, sino una sola Vida, expresándose de múltiples maneras y formas, pero que es en esencia la Misma Vida. 

jueves, 16 de julio de 2015

El sufrimiento es sólo una opción

El sufrimiento es sólo una opción, sólo una interpretación que yo elijo de cómo decido ver lo que ocurre ahí fuera, de cómo decido interpretarlo. Es decir, no es inevitable. Es sólo una opción.

Y no pasa nada, si elijo esta opción, sufriré, eso es todo. No es ni bueno ni malo. Es sencillamente sufrimiento. Pero no es inevitable. Es sólo una opción.

¿Puedo abrirme ante esta situación determinada- cada uno sabe bien cuál es la suya- que me genera sufrimiento, a contemplar una nueva interpretación de la misma? Si estoy decidiendo verla de un modo que me hace sufrir, puedo abrirme a la posibilidad de ver otras opciones. Esa otra opción, que siempre está ahí disponible para ser vista si me abro a ella, en la que puedo ver esa situación desde mi paz, también es posible. Soy yo el único que puede mirar esa situación y decidir, aquí y ahora, cómo interpretarlo. Nadie más puede hacerlo por mí. Yo soy el único responsable. Nadie más lo es.


Hace unos días mataron al hijo de una persona que conozco. Hoy pude verlos a los dos desde la interpretación de la luz del puro amor. Y quizás ellos piensen que están separados. Pero lo cierto es que no lo están. Sus almas están unidas en la luz. Cualquier sensación o interpretación contra ello es una ilusión que ellos y nosotros mismos estamos decidiendo crear. Pero no es cierta. Por tanto, hay un nivel en el que cualquier dolor de separación ya ha sido sanado. Si es posible, es porque ya está siendo. Ya ha sido sanado.

Todos las pensamientos o juicios internos y externos, TODOS, son sólo una opción de interpretación de la realidad. La que yo elijo creerme. Pero son sólo posibilidades. Y si esa interpretación que he elegido, consciente o inconscientemente pero deliberadamente, me hace daño, es porque hay otras interpretaciones o posibilidades que estoy decidiendo no contemplar. Pero existir, existen.

domingo, 29 de marzo de 2015

¿Cuál es mi valor?

Cada vez estoy mas convencida de que cualquier enfermedad es sanadora en sí misma y de que es posible sanarla desde un nivel profundo de comprensión y aceptación de nosotros mismos.

Cada vez veo más claro que toda enfermedad se origina de raíz en algún pensamiento de separación de lo que realmente Somos y que seguramente cambiando ese pensamiento, la enfermedad pasa a sanarse.

Hoy la enfermedad que me visitaba me ha hecho darme cuenta de algo fundamental que en teoría ya sabía.

En el instante en el que he podido contemplar y acoger el dolor profundo que sentía, me he dado cuenta de que en realidad no tengo ni idea de quién soy realmente.

Hoy me he dado cuenta de cómo continuamente me valoro a mí misma por las circunstancias externas de mi vida: como va mi relación de pareja, mi relación con mi familia, la manera en la que trato o me comporto con los demás, el dinero que tengo, la casa en la que vivo, el trabajo que tengo, las cosas que poseo, como me veo externamente, la cantidad de amigos que tengo, la salud que tengo, la cantidad de cosas aparentemente “útiles” que soy capaz de hacer en un solo día, y un largo etc. Y me he dado cuenta de cómo exactamente en la misma medida yo valoro a los otros así también (cosa lógica, tal como yo me valore, así valoraré a los demás).

Pues bien, acabo de darme cuenta de lo profundamente doloroso que es valorarme a mí misma o a los demás por todas estas circunstancias externas. Y eso me ha llevado a ver un espacio en mí de total desconocimiento de lo que soy realmente y de cómo debo o no valorarme a mí o a los demás. No tengo ni idea. No tengo respuestas hoy a este interrogante.



Esto en realidad me lleva a un lugar de profunda soledad, pero también de humildad y al mismo tiempo de completa igualdad y unidad con todos y cada uno de los seres humanos del planeta, no importa cuál sea su condición: su valor no depende en absoluto de las circunstancias de su vida, sean cuáles sean estas. Todas las vidas tienen exactamente el mismo valor. Aunque no sepa exactamente cuál es. Quizás solo sea el hecho existir lo que nos da valor, como dicen algunos maestros. Pero para ser honesta, eso no lo sé, no estoy segura.

Lo único que siento es el alivio de haber contemplado esta manera de funcionar que tenía y que al menos a partir de hoy al menos se ha hecho plenamente consciente en mi vida. Esto me da la libertad de poder cambiar la manera de valorarme a mí misma y empezar a hacerlo de otra manera, aunque aún la verdad es que no tengo ni idea de CÓMO.

En cualquier caso, creo que tendré que aprenderlo de una manera distinta a la manera en la que aprendí esta. Porque ésta, ya he visto que no me sirve.

sábado, 21 de febrero de 2015

Quédate en este instante

A veces, cuando estoy completamente presente, se abre ante mí un espacio de no-tiempo.

Montones de recuerdos de todo lo que he vivido en el pasado vienen a mí en ese instante y puedo sentir tanto en los momentos que yo he juzgado como buenos y en los que he juzgado como malos, todo el amor que había detrás de cada uno de ellos, tanto los buenos como en los malos.

Soy consciente del amor infinito, insoportable e indescriptible que contiene cada uno de ellos, todos, absolutamente todos. Y detrás de los que aún había dolor, todo ese dolor, todo el sufrimiento aparentemente pasado, se disuelve por completo en este instante.

Quizás en aquel momento no pude ver todo el amor que contenía cada uno de ellos.
Pero desde este instante lo veo, y puedo ponerme en frente de ese recuerdo y sentir todo el amor que se esconde detrás de él, que es impresionante.

Y todo ello está teniendo lugar en este instante, todo.

Lo pasado, lo presente y todo lo que está por venir.

Todo está ocurriendo ahora, en este instante. Todo. 



Y todo ello es puro amor. 

Todo nace del amor, y todo vuelve a disolverse en el amor, en ese espacio de vacío, de profundo desapego y paz con todo lo que es, con todo lo que ha sido y con todo lo que será.

¿Para qué seguir buscando, esperando, cuestionando o queriendo cambiar las cosas?

Sólo en este instante, la respuesta a todo, está Aquí. 

¿Para que seguir empeñándonos en buscarla en otro instante? 

Sólo se encuentra aquí, en este instante.

Aquí y ahora, estoy Siendo. 

Puedo sentir mi corazón, mi Ser profundo en mí.  Y ello es suficiente para disolver cualquier preocupación o sufrimiento. No necesito nada más. Nada más que este instante. 

Así que aquí me quedo. Disfrutando de este instante. Disfrutando de la Eternidad.

sábado, 24 de enero de 2015

Sobre la gestión emocional simplificada y la libertad última

Creo que hasta ahora a muchas personas, muchas veces, se nos olvida que nuestras emociones tienen algún tipo de función. Que están ahí para llevarnos más tarde o temprano a darnos cuenta de algo que está más allá de nosotros y que a la vez somos nosotros mismos.

Parece que muchas veces, cuando nos encontramos tristes, ansiosos o enfadados (y somos conscientes de ello), nos sentimos mal porque pensamos que no deberíamos estarnos sintiéndonos así,  y eso nos lleva a la culpa o al enfado hacia nosotros mismos o hacia los demás.

Si estoy triste, mejor esconderme no vaya a ser que alguien me vea llorar y le asuste, si estoy enfadado mejor tragármelo y poner buena cara no vaya a ser que piensen que soy una mala persona. Si siento miedo, que se vaya por favor que no quiero sentirlo!!! Y tenemos miedo tan a menudo que no nos damos cuenta de ello. El miedo es el opuesto del amor. Y sin embargo, está ahí también, en nuestra experiencia como seres humanos.

Sin embargo, a medida que avanzo en mi práctica regular de meditación y en la observación interior, voy experimentando en mí misma algunas de las verdades que propugnan muchos maestros, personas que han profundizado mucho ya en sí mismas y que ayudan a los demás a “recordar”, si es que así lo quieren.

Escucharles me ayuda a recordar y ver que el camino que ellos han recorrido les ha aportado grandes dosis de paz y felicidad, porque ellos lo han integrado tanto que ya lo transmiten desde su ser más profundo. Muchas veces es posible sentir de manera tangible en su rostro la paz y felicidad que sienten y que son.

Pero es mi propia práctica la que me hace ver que eso que les lleva ahí, a mí también me lleva cada vez más, al mismo sitio que a ellos, es decir, a la paz, a la felicidad y a la alegría.

Por lo que voy viviendo en mi experiencia, cuando me abro en meditación a sentir todo el mundo de sensaciones, emociones y pensamientos que siento, vivo y pienso, voy encontrando que aparentemente al menos, muchas veces estas sensaciones, pensamientos o emociones pueden venir a mí aparentemente sin una causa o un origen aparente.

Aparentemente no la tienen, o quizás yo no se los encuentro en ese momento.
En realidad no se trata buscar la causa ni el por qué. Es muchísimo más simple que todo eso. Es tan simple que lo ignoramos y lo pasamos por alto. Tan sólo se trata de sentir y permitir.

Yo solo necesito, al menos por ahora, pararme un momento, dejar el mundo y mis pensamientos a un lado y estar muy atenta a lo que está pasando en mi interior, a las sensaciones físicas que estoy sintiendo en mi cuerpo.

Si siento dolor, si siento miedo, si siento enfado…me abro a sentirlo. En eso radica mi libertad última. Puede que el dolor, la tristeza, la ansiedad estén ahí…pues como ya están, mi libertad última consiste en acoger todos estos estados con amor, dándoles permiso de ser, y sin aferrarme a ellos…viviéndolos hasta que pasen y quieran irse, sin juzgarlos como malos o buenos, simplemente dejándoles ser.

Puesto que ya están ahí, en mi presente, ¿por qué rechazarlos o luchar contra ellos? ¿Cuántas veces lo he intentado ya y no me ha servido?

Así que puedo sencillamente pararme y observarles desde un paso más atrás, como un espectador que va a ver una película al cine, dejando de creerme que yo soy ellos.

Se trata de darle la libertad a lo que quiera que sea que esté, de estar, de sentir lo que siento, sin enfadarme con ello ni rechazarlo. Y permitirlo completamente. Permitir que la sensación física que esos estados me producen, pueda llenar mi cuerpo y expandirse todo lo que quiera, a la vez que yo la observo sin juzgarla y con confianza. Sabiendo que todo eso- aunque produzca dolor- tiene una función aunque yo no la pueda comprender mentalmente. Confío en lo que está ocurriendo y dejo de juzgarlo como bueno o malo.

Pongo toda mi atención en sentir la sensación en mi cuerpo…y al estar completamente presente, tarde o temprano, se acaba disipando y acaba por disolverse.

Normalmente yo siento esa disolución como una apertura en mi corazón, o en todo mi cuerpo.  Algo se suelta y la paz y la alegría que hay en ese gesto de abrirme completamente a permitir lo que estoy sintiendo, me embarga.

Y si lo que siento es amor, alegría y felicidad también les doy el permiso de estar. Y de que se expandan...hasta el infinito.

Y puedo ver la paz que hay detrás de todas las cosas.

Y puedo ver la paz que yo soy, y que es lo único que siempre queda detrás de todo. Y lo sé sin ningún tipo de duda. No porque nadie me lo haya contado, sino porque lo experimento, que la Paz, la Alegría y la Felicidad es mi verdadera naturaleza. 

Esta es la función última de todas las emociones. Llevarnos a ese sitio. Y nuestra libertad última es nuestra decisión de elegir o no sentir lo que ya está ocurriendo en el único instante en el que está teniendo lugar nuestra vida, en lugar de seguir rechazándolo.

jueves, 15 de enero de 2015

Quiero dejar de tener prisa

Quiero que todo sea como es. 

Quiero dejar de vivir en el futuro, para así poder vivir en el presente. 

Quiero dejar de soñar y sentir sencillamente mi respiración. Sentir todo lo que soy por dentro, que no hay palabras que lo describan. Sentir el aliento de todo el Universo en cada latido, en cada paso.

Quiero dejar de tener prisa. Quiero Ser sencillamente, sin necesidad de alcanzar nada, tan sólo disfrutando de todo lo que se me está dando ya en este instante...presente en el campo de amor que me atraviesa continuamente si yo estoy presente para permitírselo.

El sonido de los pájaros en los árboles...la nada danzando en la nada...el silencio desde el que nace todo sonido...la melodía del Universo sonando continuamente...este instante cayendo sobre mí.
El bolígrafo en mis manos...mi codo apoyado en un lado de la mesa y mi otra mano encima de la mesa. Pura simplicidad. Y sin embargo, este momento está lleno de gracia...siempre que estamos atentos al instante presente, éste lo está: puro, limpio, nuevo y destilando pura eternidad. 




El tiempo no es más que una construcción mental. Cuando sales de tu mente, éste desaparece. La eternidad es lo único que es real.

Así pues, ¿de que nos sirve realmente tener prisa?

No hay prisa en este instante, no la hay...sólo la calma descendiendo del cielo, calmando y bendiciendo todo en silencio. Vacío. Silencio. Nada. Nada que hacer. Ningún sitio a dónde ir. 

Sólo calma. Sólo presencia.