El sufrimiento es sólo una opción, sólo una interpretación
que yo elijo de cómo decido ver lo que ocurre ahí fuera, de cómo decido
interpretarlo. Es decir, no es inevitable. Es sólo una opción.
Y no pasa nada, si elijo esta opción, sufriré, eso es todo.
No es ni bueno ni malo. Es sencillamente sufrimiento. Pero no es inevitable. Es
sólo una opción.
¿Puedo abrirme ante esta situación determinada- cada uno
sabe bien cuál es la suya- que me genera sufrimiento, a contemplar una nueva
interpretación de la misma? Si estoy decidiendo verla de un modo que me hace
sufrir, puedo abrirme a la posibilidad de ver otras opciones. Esa otra opción, que
siempre está ahí disponible para ser vista si me abro a ella, en la que puedo
ver esa situación desde mi paz, también es posible. Soy yo el único que puede
mirar esa situación y decidir, aquí y ahora, cómo interpretarlo. Nadie más
puede hacerlo por mí. Yo soy el único responsable. Nadie más lo es.
Hace unos días mataron al hijo de una persona que conozco.
Hoy pude verlos a los dos desde la interpretación de la luz del puro amor. Y
quizás ellos piensen que están separados. Pero lo cierto es que no lo están.
Sus almas están unidas en la luz. Cualquier sensación o interpretación contra
ello es una ilusión que ellos y nosotros mismos estamos decidiendo crear. Pero
no es cierta. Por tanto, hay un nivel en el que cualquier dolor de separación
ya ha sido sanado. Si es posible, es porque ya está siendo. Ya ha sido sanado.
Todos las pensamientos o juicios internos y externos, TODOS,
son sólo una opción de interpretación de la realidad. La que yo elijo creerme.
Pero son sólo posibilidades. Y si esa interpretación que he elegido, consciente
o inconscientemente pero deliberadamente, me hace daño, es porque hay otras interpretaciones
o posibilidades que estoy decidiendo no contemplar. Pero existir, existen.
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